sábado, 8 de octubre de 2011

“Si los murciélagos fueran máquinas, serían fascinantes”


Ególatra y prejuicioso como sólo él puede serlo, el hombre no sólo maneja criterios de belleza para juzgar a los otros pares, sino también para condenar a los animales que aborrece. Poco afecto a explicar más allá de las órdenes, el antiguo Testamento en el Deuteronomio no deja dudas y maldice con la abominación al murciélago, pero no da el por qué como con tantas otras cosas. También, claro, lo identifica con las aves. Pero el murciélago es un mamífero, el único que vuela, un bicho necesario y que no hace mal a nadie. Pero ya se sabe: póngale todas las virtudes a una mala cara y no conseguirá mucho.
Bram Stoker, el famoso padre literario de Drácula tampoco ayudó. Pero su producto es de ficción, de tanta que los vampiros –murciélagos hematófagos, que se alimentan con sangre de animales– no existen en el viejo continente donde trascurre su novela. Pero también se sabe: para los que se animan a conocerla, la realidad sorprende más que la fantasía. Rubén Barquez, doctor en Biología, profesor titular de la Universidad Nacional de Tucumán e investigador principal del Conicet nunca pudo explicarle a su madre su afición por estos animales y menos después de aquel susto, cuando ella abrió el congelador y se encontró con una bolsa de murciélagos conservados allí para su estudio. Barquez, flamante ganador del premio Aldo Leopold de la Sociedad Americana de Mastozoología (EE.UU.) por sus trabajos en pro de la conservación de mamíferos y su hábitat, invita ahora, desde su tonada tucumana, a compartir un vuelo rasante por la realidad de ese mundo incomprendido y nocturno, plagado de seres capaces tal vez de convertirse en buenos vecinos.
¿Como fue cambiando su concepto de los murciélagos a medida que los fue estudiando?
En mi primera salida de estudio al campo capturé una hembra con la cría pegada a su tetilla. Eso me despertó atracción y ternura.
¿El murciélago es un animal ubicuo? No es prolífico, se lo persigue, pero está en todo el mundo.
Habita todos los ambientes, excepto los polos y la alta montaña. Son más abundantes y diversos en zonas tropicales y subtropicales. En términos evolutivos han sufrido lo que se llama radiación adaptativa, un proceso donde actúa la mutación y la selección natural y que describe la rápida especiación de una especie para llenar varios nichos ecológicos. Por ejemplo, han extendido sus hábitos alimenticios: pueden alimentarse de insectos, de flores, de hojas, de otros vertebrados, de plantas y, entre otros, de néctar.
¿Lleva tiempo esa adaptación?
Si los murciélagos fueran máquinas, serían fascinantes. Cada día se descubren nuevos elementos vinculados con sus capacidades para volar, para detectar sonidos, la sensibilidad de sus pelos, la adaptabilidad al aire, la vista. Hace poco hallaron un fósil del eoceno en Wyoming (EE.UU), de unos 50 millones de años. Descubrieron que los murciélagos habían empezado a volar antes de elaborar su sistema de ecolocalización para ubicar su alimento en base a la forma que tiene un huesecillo del oído.
¿Qué papel juega el murciélago en el equilibrio ecológico?

Fundamental. Por ejemplo, el murciélago frugívoro come frutos de árboles cuyas semillas están adaptadas para germinar únicamente si pasan por su tracto digestivo. Sucede lo mismo con los poliníveros, con gran capacidad para polimizar flores que están adaptadas para ser polimizadas por ese tipo murciélagos, y que hasta se abren sólo de noche. Si lo vemos desde el punto de vista de los insectívoros, como los que habitan el dique de Escaba en Tucumán (con una población de unos 10 millones de ejemplares), cada individuo come entre 100 y 200 polillas por noche. Y otra especie, come entre 300 y 600 mosquitos por noche, entre ellos los que transmiten el dengue.
Las expediciones que emprende Barquez para identificar nuevas especies, más allá de las 62 que habitan la Argentina, duran hasta 20 días y buscan en el bosque profundo, allí donde hay pocos humanos. Casado con una bióloga que se dedica a lo mismo, reconoce que por eso sus ausencias no provocaron conflictos. Integrante del Programa de Conservación de Murciélagos y ferviente creyente en una posiblidad de convivencia racional entre humanos y esos mamíferos, Barquez aclara la política de la buena vecindad.
¿Qué es el Protocolo de Exclusión y eso de convertirlos en buenos vecinos y hasta hacerles una casita como a los pájaros?
Copiamos el sistema de países más evolucionados culturalmente, donde los chicos ya arman su casita de murciélagos en el fondo. Este Protocolo da instrucciones para que las desinfecciones se hagan adecuadamente. La gente tiene derecho a no aguantarlos en su casa, pero no a matarlos cruelmente. Por eso lo del buen vecino.
¿Todos poseen hábitos nocturnos?
Los que habitan acá, sí. Es probable que tenga que ver con optimizar los recursos, minimizar la competencia. Pero no son ciegos, incluso algunos usan la vista como ayuda en la navegación para recorrer grandes distancias.
Es una incógnita cuándo y por qué empezaron a usar la ecolocalización.
¿Compiten por la comida?
Si usted interpreta competir por pelear, no. Los únicos que nos peleamos somos nosotros. Compiten en eficiencia: el más eficaz comerá el mejor fruto.
¿Por qué duermen colgados?
Este fenómeno está vinculado a la reducción del tamaño de las patas para hacer más eficiente el vuelo. Los gorriones duermen en una rama y no se caen porque automáticamente cuando el pájaro tuerce su patita para asentarse, los tendones hacen que la pata se cierre y quede enganchada al tronquito. Los murciélagos poseen un sistema parecido: cuando la uña de la pata se engacha en los lugares donde están sostenidos, los tendones hacen que las garras mantengan esa posición sin ningún esfuerzo.
clarin.com

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