lunes, 10 de octubre de 2011

Poseer o no poseer, ésa es la cuestión


lanacion.com
En el departamento, ubicado en un barrio céntrico de Buenos Aires, no hay más que cosas. El oscuro pasillo de la entrada, con las paredes chorreadas de historia y nicotina, lleva, tras unos diez pasos, a lo que en algún momento fue un living, donde apenas hay lugar para pararse.
En cada rincón, pilas de revistas, diarios viejos, teléfonos de Entel, muebles rotos y una pared prefabricada que esconde otra habitación, repleta de más cosas.
La única lamparita que funciona en la cocina deja ver, aun con una luz mínima, lo que allí habita: paquetes de fideos viejos, bolsas repletas de algo, una heladera que no se sabe si funciona.
Detrás, una puerta cancelada con un pedazo de cartón esconde otras dos habitaciones, rellenas de cajas, bolsas de consorcio con lo que algún día fueron hilos, plásticos, juguetes, muebles viejos, rotos, cajas de medicamentos, ropa sucia.
"Son cosas que algún día usaré," dice Pedro, su dueño.
Muchos kilómetros hacia el Norte, en otro país, vive Ryan. Su departamento es la antítesis del primero. Ryan apenas tiene pertenencias y sabe exactamente la cantidad de objetos de los que es dueño.
Acumular pertenencias que no va a usar lo estresa. Dice que es malo para el medio ambiente, para la sociedad y para su alma. Prefiere pasar su tiempo ayudando a los demás.
Al principio lo diagnosticaron como una forma de trastorno obsesivo-compulsivo; más tarde, como una forma de vida.
Ambos reflejan las tendencias más extremas de la relación que en la era del consumismo tenemos con todo lo que nos rodea.
COLECCIONISTAS DE TODO
Pedro (no es su nombre real, pero pidió mantener su anonimato) sufre del síndrome de acumulación compulsiva (o, como lo llaman en inglés, hoarding), un trastorno del que poco se sabe y mucho menos se habla.
"No tiro lo que tengo porque sé que algún día lo voy a usar. Que voy a hacer algo con esos hilos y que tal vez necesite consultar alguno de esos diarios viejos", confirma Pedro, convencido.
Psiquiatras alrededor del mundo dudan sobre cómo catalogar la enfermedad. Algunos profesionales dicen que es un síntoma de la depresión, una forma de descargar los sentimientos de tristeza y falta de esperanza en la acumulación de objetos. Otros hablan de trastornos obsesivos-compulsivos, como los de la famosa película Mejor... imposible, donde Jack Nicholson limpia y vuelve a limpiar un mismo lugar muchas veces. También están quienes consideran que en determinados casos el trastorno puede ser tan leve que afecta a gente que, a la vista de todos, lleva una vida normal.
"El acumulador típico es quien colecciona diarios, revistas, libros, ropa, computadoras, cualquier cosa, de forma compulsiva. Se apegan emocionalmente a los objetos y no tienen la capacidad de tirar nada, porque esas cosas con las que se rodean los hacen sentir más seguros", explicó a LNR Satwant Singh, un terapeuta británico especializado en trastornos de acumulación compulsiva.
"La vida que llevan fuera del hogar puede ser completamente normal. Podés estar sentado junto a un acumulador compulsivo y no saberlo hasta que ves cómo vive. La acumulación compulsiva es una afección médica. Para cualquier persona, una silla es una silla, pero para alguien que sufre de acumulación compulsiva, esa silla tiene un significado emocional mucho más grande. Tanto que es casi imposible deshacerse de ella", agregó Singh.
Según el especialista, no existe un perfil definido del acumulador. El síndrome afecta a hombres y mujeres, jóvenes y adultos, personas con muchos recursos y con menos. Lo que es común a todos los casos es que a causa del tabú que genera, pocos hablan del tema públicamente.
En casos leves, afecta a personas que logran continuar su vida con aparente normalidad. En los más extremos, impide que la persona lleve adelante una vida social y familiar y puede crear complicaciones físicas profundas.
Uno de los casos más públicos en el Reino Unido fue el de Edmund Trebus, un hombre de origen polaco que murió en 2002 en su casa de Londres atrapado entre bolsas y pilas de cosas, viviendo en el único espacio libre, un rincón de la cocina.
"En muchos casos veo cómo este síndrome afecta a las familias de los acumuladores. Veo casos de niños que no tienen lugar para dormir en sus casas por la cantidad de cosas que hay en todos lados, personas que no pueden invitar a sus amigos. Las familias de los acumuladores sufren tanto o más que ellos y, en general, en silencio", explica Singh, que brinda apoyo psicológico y acompañamiento a quienes sufren de este síndrome.
El hecho de que mucha gente no quiera hablar sobre el síndrome hace difícil saber con exactitud cuántas personas sufren de esta afección, aunque se cree que en Estados Unidos un 5% de la población podría tener este problema y expertos de la Universidad de Barcelona manifiestan que la cifra podría aplicarse a otras sociedades occidentales.
"Todos somos acumuladores. Todos juntamos, por ejemplo, correos electrónicos, papeles viejos, recuerdos. Acumular hasta un punto es normal. De lo que hablamos son los casos más extremos cuando la acumulación de objetos inútiles tal que lleva a dominar la vida de alguien completamente, y el lugar donde vive", dijo Singh.
El síndrome está tan extendido en países como el Reino Unido que hay un popular programa de televisión en el que dos señoras ayudan a quienes lo sufren a retomar el control del hogar.
En ¿Qué tan limpia es tu casa?, Kim Woodburn y Aggie MacKenzie -dos expertas en limpieza y organización- visitan a hombres, mujeres, jóvenes y viejos en cuyas casas no encuentran lugar para un alfiler y las reforman.
Las reglas del programa no les permiten hacer reformas estructurales en las casas que visitan, ni redecorar ni pintar las paredes. Lo único que pueden hacer es limpiar, generalmente con productos naturales, siguiendo recetas de la abuela, y tirar cosas.
Con un tono ácido y mucho humor, las señoras limpian, enseñan a tirar, muestran a la gente que hay una mejor forma de vivir y al año los visitan para controlar que las cosas que habrán tirado no hayan regresado mágicamente.
Cada uno de los shows termina con varios contenedores repletos de cosas, bolsas, basura.
Según Megan Karnes, fundadora de una comunidad de ayuda para acumuladores compulsivos y sus familiares, el exitoso programa ocasionalmente cruza la delgada línea entre el buen gusto y el aprovechamiento de quienes sufren una particular condición médica.
"Programas como éste pueden ser muy negativos, porque de alguna forma se burlan de algo muy serio, pero por otro lado creo que hablar del tema, sacarlo a la luz, normalizarlo, ayuda a que más gente quiera cambiar."
CON LOS OBJETOS CONTADOS
Ryan Nicodemus, un ex ejecutivo norteamericano de 30 años, no puede entender el concepto de acumulación.
Su departamento siempre está impecable, aun si pasan muchos días sin que nadie ordene o limpie. En el living, una mesa de madera, seis sillas blancas, un sillón de cuero y una guitarra. En la habitación, una cama y un placard que parece sacado de una revista de decoración, que contiene una decena de pantalones, camisas y remeras, perfectamente organizados. Cada cosa en su lugar. Es que no hay muchas cosas para desordenar.
Ryan sabe que es dueño de exactamente 228 objetos: 33 utensilios y accesorios (incluyendo auto, guitarra, libros, cepillo de pelo, cepillo de dientes), cinco grupos de cosas de consumo diario (incluyendo comida, elementos de limpieza, productos de higiene personal, cosas de librería), 19 objetos de cocina (por ejemplo ollas, sartenes, utensilios, cafetera, tostadora, repasador), seis ítems de baño (incluyendo una balanza, una alfombra, un tacho de basura), 10 electrónicos (incluyendo un teléfono celular, una laptop, una impresora, un MP3), 18 muebles, 14 elementos decorativos y 187 prendas (incluyendo medias, ropa interior, remeras, pantalones, zapatos).
El joven blogger de Ohio es uno de los más destacados exponentes del minimalismo, un estilo de vida que se está propagando rápidamente en Estados Unidos y Europa.
La filosofía minimalista dice que cada uno debería vivir únicamente con lo que necesita y usa. Se cree que la acumulación de objetos no hace más que crear confusión en la vida de cada persona, que comprar cosas es una pérdida de tiempo.
"Ser minimalista es una forma de vida, darse cuenta de lo que es importante en la vida y decidir en qué uno va a usar su tiempo. No tiene nada que ver con contar cosas, se refiere ser consciente de las cosas que uno tiene, tener cosas que uno usa frecuentemente y disfrutar de lo que uno tiene porque tiene menos", dijo Ryan, a LNR.
Las reglas de los minimalistas son simples: no enfocarse en las pertenencias, no comprar cosas que no se van a usar y enfocarse en llevar adelante una vida sana, invirtiendo tiempo y esfuerzo en las relaciones con otras personas.
El minimalista de Ohio no está solo. En decenas de ciudades de Estados Unidos y Europa, cientos de personas viven con lo que pueden cargar en una mochila, por elección propia.
Está Tammy Strobel, que vive con 100 cosas; Colin Wright, que viaja por el mundo con una mochila con 51 pertenencias, y Leo Babauta, que cuenta con 50.
La fascinación popular por esta forma de vida ha sido tal que estos personajes han inspirado taquilleras películas como Into the Wild, que cuenta la historia de Christopher McCandles, un estudiante que tras recibirse de politólogo, donó cada centavo que tenía, cargó una mochila con pocas pertenencias y algunos libros y se lanzó a un viaje de mochilero que terminó en el área más salvaje de Alaska, donde en 1994 su cuerpo fue encontrado sin vida con signos de inanición.
Las motivaciones de los minimalistas, por más diferentes que sean en los detalles, tienen algo común: buscar tranquilidad, paz; alejarse del estrés que, según ellos, causa el deseo de tener más cosas, de comprar el último teléfono móvil, tener la ropa de moda, por ejemplo.
Para Ev Boguela, la experiencia comenzó cuando a los 24 años se miró en el espejo, estaba deprimido, con un trabajo que no lo hacía feliz y rodeado de lo que hoy llama basura, y no se reconoció. Guardó lo que tenía en cajas, archivó todo lo que pudo electrónicamente, dejó de fumar y salió al ruedo.
Joshua Becker, de Vermont, Estados Unidos, tomó la decisión de hacerse minimalista junto con su esposa y sus dos hijos cuando tuvo que pasar un fin de semana organizando cosas y se dio cuenta de que sus pertenencias lo estaban controlando a él.
Para Ryan, el cambió llegó cuando se aburrió de su trabajo. "Tenía un trabajo que pagaba muy bien, un auto caro, una casa grande con más habitaciones que habitantes, muchas chucherías, aparatos y cosas, y gastaba mucho en objetos que no necesitaba. Pero no era feliz, vivía más por las cosas que tenía que por mí. El minimalismo me ayuda a enfocarme en lo que realmente me gusta hacer", explica Ryan, que en su primer año se deshizo de 2000 cosas y voy vive con lo más básico y necesario.
Según el bloguero, convertirse en minimalista es tan fácil que puede llevar 21 días. El primer paso, explica, es guardar en cajas todos los objetos de los que es dueño. El día 2, la idea es ir sacando de cada caja lo que uno necesita para vivir (cosas de baño, ropa, vasos, platos). En el día 5, Ryan promete que será evidente que uno no usa la gran mayoría de las cosas que tiene. Hacia el día 15, propone volver a revisar los objetos guardados en cajas y dividirlos en tres pilas: cosas para guardar (la que debería ser la pila más pequeña, claro), cosas para regalar y cosas para vender. Por último, propone guardar todo lo que sea posible (fotos, libros, papeles, música) en formato digital.
Lo que sigue es paciencia, enfoque, no caer en la tentación de una liquidación o un nuevo trabajo - aunque la idea de no gastar puede resultar mucho más fácil, y casi obligatoria, en una crisis económica como la que están pasando la gran mayoría de los países.
"Creo que éste es un momento perfecto para convertirse en minimalista. La gente va a tener que comprar menos porque no tendrá dinero. Lo que nosotros hacemos es que la gente se sienta bien con eso, que sepa que no es necesario estar comprando y acumulando cosas todo el tiempo. Hay cosas más importantes en la vida", agrega Ryan.
Al parecer, los acumuladores y minimalistas tienen más en común de lo que a ellos mismos les gustaría admitir.
"Así como un acumulador compulsivo no logra vivir con la idea de tener menos cosas, un minimalista la pasaría muy mal si alguien le llenara la casa de bolsas", dice Satwant Singh.
En la era del consumismo, nadie logra deshacerse de la idea de las cosas, aunque parece que en lo que parecería ser una eterna crisis económica, ser minimalista podría resultar un poco más fácil.

CONTRAPUNTO

Acumuladores
  • Se cree que la acumulación compulsiva es un trastorno psiquiátrico.
  • Quienes lo padecen a veces no lo saben.
  • Los acumuladores compulsivos son incapaces de deshacerse de objetos con y sin valor.
  • Viven en espacios tan repletos de cosas que afectan su vida social, familiar y su salud.
  • Existen terapias psicológicas y psiquiátricas para controlar el trastorno, pero no tiene cura definitiva.
Minimalistas
  • Quienes lo practican lo consideran una ideología, una forma de vida.
  • No creen en la acumulación de objetos sin uso.
  • En general, hacen listados de cada cosa que poseen.
  • Muchos viven una vida nómade, con lo que pueden cargar en un bolso.
  • Tienden a ser ecologistas y, en algunos casos, freegans.

EN LA WEB

¿Qué tan limpia está tu casa?
Hoarding UK
www.hoardinguk.org Los minimalistas Blog de Ryan Nicodemus www.theminimalists.com
Tiny Ass Apartment
Las aventuras de una neoyorquina en un departamento muy pequeño www.tinyassapartment.blogspot.com
Cult of less
Blog de Jane Sutton, que se deshizo de todo lo que tenía www.cultofless.com
The Project 333
Consejos para vivir con menos www.theproject333.com

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