domingo, 11 de septiembre de 2011

Buenos Aires, ciudad ideal para la inspiración artística

Café Tortoni. Jorge Luis Borges. El gran escritor era uno de sus habitués. Participaba en La Peña, una agrupación de gente del arte y de las letras que presidía el pintor Benito Quinquela Martín.
Buenos Aires es la tercera ciudad del mundo para la inspiración artística . Al menos según los editores de las guías Lonely Planet, afectos a establecer este tipo de rankings y que publicaron éste en su libro “Best in Travel 2011”. “Es fácil introducirse en la creciente ola literaria de Buenos Aires: principalmente porque es tan barato pasar las horas en cafés elegantes donde los mejores escritores solían (y suelen) ir. Los de San Telmo y Palermo son ideales para tomar un espresso entre gente de moda con inclinaciones artísticas, mientras en el centro el glamoroso Café Tortoni antes era frecuentado por el famoso escritor Jorge Luis Borges”, dice la guía. Y recuerda que, en “El Aleph”, Borges ubica en la avenida Garay el punto del espacio que contiene todos los otros puntos del universo.
Según Lonely Planet, Buenos Aires sólo es superada por Edimburgo, ciudad de Robert Louis Stevenson y donde JK Rowling escribió Harry Potter, en Escocia, y por San Petersburgo, en Rusia, con una tradición literaria que incluye a Gogol, Dostoievsky, Turgenev y Nabokov.
Aunque es subjetivo ponderar las cualidades como musa de una ciudad, es indiscutible que Buenos Aires inspiró a muchos artistas y que sus cafés son propicios para crear . Dicen que Sábato escribió “Sobre héroes y tumbas” en el Bar Británico. Y que Homero Manzi creó la letra del tango “Sur” en El Aeroplano, hoy La Esquina de Homero Manzi (San Juan y Boedo). Actualmente, algunos buscan un clima artístico en sitios como Eterna Cadencia (Honduras 5574) o Crack Up (Costa Rica 4767), dos cafés-librería, en Palermo. Pero los cafés clásicos son los que más historias esconden.
A pesar de la lluvia yo he salido/ a tomar un café. Estoy sentado/ bajo el toldo tirante y empapado/ de este viejo Tortoni conocido...
, escribió Baldomero Fernández Moreno. En el Café Tortoni (Avenida de Mayo 829), entre 1926 y 1943 se reunía La Peña , comandada por Benito Quinquela Martín y frecuentada por Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt y Borges. Y de 1962 a 1974, fue el punto de reunión de Abelardo Castillo, Humberto Constantini, Liliana Heker, Isidoro Blaisten y Ricardo Piglia, entre otros. De sus encuentros surgieron las revistas literarias El grillo de papel, El escarabajo de oro y El ornitorrinco.
En los seis meses que pasó en la Ciudad, entre 1933 y 1934, también iba al Tortoni Federico García Lorca. Se alojaba en la habitación 704 del hotel Castelar (Avenida de Mayo 1152). Y escribió: Buenos Aires tiene algo vivo y personal; algo lleno de dramático latido .
En la Confitería Richmond (Florida 468), que acaba de cerrar, entre 1924 y 1927 se reunía el Grupo de Florida . Representaba al vanguardismo y lo formaban Borges, Oliverio Girondo, Norah Lange y Leopoldo Marechal, entre otros. Su grupo rival, el de Boedo, se encontraba en la Editorial La Claridad (Boedo 837). Lo integraban escritores como Leónides Barletta, Roberto Arlt, Elías Castelnuovo y Alvaro Yunque, que veían en la literatura una herramienta para cambiar la sociedad injusta.
En Pedro de Mendoza y Almirante Brown, hasta 1927 estuvo el bar de la negra Carolina, uno de cuyos habitués era Eugene O’Neill. El dramaturgo estadounidense llegó como marinero en 1910 y se quedó hasta julio de 1911.
Entré a Buenos Aires como un caballero y terminé como una piltrafa en las dársenas del puerto , solía contar. Se alojó en un hotel de Constitución y, más adelante, en una pensión del Bajo. Ya sin dinero y muy afecto al alcohol, terminó en la calle.
No había banco de plaza en Buenos Aires sobre el que no dormí alguna vez , escribió.
Otro ícono es la Galería Güemes (Florida 165).
Hacia el año veintiocho, el Pasaje Güemes era la caverna del tesoro en que deliciosamente se mezclaban la entrevisión del pecado y las pastillas de menta, donde se voceaban las ediciones vespertinas con crímenes a toda página y ardían las luces de la sala del subsuelo donde pasaban inalcanzables películas realistas , la describe Cortázar en “El otro cielo”. En un departamento del 6° piso de la galería, entre 1929 y 1930 vivió Antoine de Saint-Exupéry.
Algunos dicen que Asterix tiene un aire a Patoruzú. Tal vez porque su guionista, el francés René Goscinny, se crió en Buenos Aires y leía la historieta . Llegó a los dos años, en 1928, junto a su familia y estudió en el Liceo Francés. En 1945, se fue a Nueva York.
El escritor polaco Witold Gombrowicz adoptó Buenos Aires entre 1939 y 1963. Vivió en una pensión en Venezuela 641. En una entrevista con La Prensa, contó que su vida aquí era “tranquila”: Perfectamente desconocido, converso en los cafés con dos o tres amigos ”.
El español Ramón Gómez de la Serna, llegó a la Ciudad en los años 30 y la eligió hasta su muerte, en 1963. Vivía en Hipólito Yrigoyen 1974, muy cerca del Congreso. Su último deseo fue: Cuando me muera quisiera que me llorasen todas las cariátides de Buenos Aires .
clarin.com

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