miércoles, 9 de febrero de 2011

Seis gotitas pueden evitar una forma de ceguera infantil

Nora Bär
En poblados de Africa donde la miseria extrema es la norma, para que una mamá le lave la cara a un chico hay que explicárselo seis veces.
"La higiene no es un hábito natural", afirma Pablo Goldschmidt, bioquímico argentino residente en París desde hace tres décadas que en el último lustro participó en campañas de las Naciones Unidas en los países más pobres de ese continente para encontrar una forma económica y eficaz de evitar el tracoma. Sin tratamiento, esta infección oftalmológica, que se manifiesta inicialmente como una conjuntivitis, produce una grave irritación en los párpados, ulceraciones oculares y cicatrices que pueden conducir a la ceguera. "Volvés a la noche y los chicos están llenos de moscas. Volvés al otro día y están llenos de mocos. Las madres van pasando el paño que usan de bebe a bebe..."
El tracoma es una catástrofe sanitaria. Causado por la bacteria Chlamydia trachomatis, se transmite de persona a persona y por moscas que se reproducen en las heces de los animales que deambulan cerca de donde duermen los humanos. Afecta en todo el mundo a más de 80 millones de personas y causa anualmente también millones de cegueras.
Sin embargo, gracias a la tarea de Goldschmidt y de un equipo internacional, hoy es posible reducir drásticamente su prevalencia con un tratamiento tópico de seis gotitas oftálmicas de azitromicina al 1,5% aplicadas en tres días y que cuesta centavos de dólar.
La revista Plos Neglected Tropical Diseases (la de mayor impacto en este tipo de problemas) aceptó recientemente un trabajo que demuestra que esta estrategia que Goldschmidt y colegas pusieron a prueba durante los últimos años en ensayos clínicos controlados es válida para evitar el tracoma.
"Vimos que se curaba la misma cantidad de pacientes gastando uno que gastando ocho", subraya el investigador.
A pesar de que desapareció en muchas regiones (en el siglo XIX, ciudades como París, Londres o Moscú eran las capitales de esta enfermedad), el tracoma todavía es endémico en Africa, Medio Oriente, América latina, Asia y Australia. La Organización Mundial de la Salud se fijó la meta de que las cegueras por esta causa disminuyan en 2020 a niveles que no resulten un problema importante de salud pública.
"Pero con las gotitas no basta -se apresura a aclarar Goldschmidt, de visita en Buenos Aires-, se necesita educación. Por ejemplo, en el pueblo en el que estuve trabajando en 2010 murió una persona del otro lado de la frontera de Nigeria y, dado que es una zona islámica, las señoras cumplieron con el ritual de bañar el cadáver y prepararon la comida, pero sin lavarse las manos: hubo 125 muertos de cólera. Si uno da remedios sin higiene, no sirve."
De paso, la solución antibiótica oleosa compatible con las lágrimas y estable al calor desarrollada por el científico argentino impide el mal uso de la azitromicina en pastillas que, empleadas también para curar enfermedades venéreas como la gonorrea y la sífilis, era desviada a los burdeles...
"Ahora por fin se aceptará internacionalmente que no es cuestión de prevenir la ceguera con antibióticos caros, sino con educación para la higiene y con gotitas. Espero que los gobiernos y las ONG se pongan a pensar cómo eliminar rápidamente este grave problema sanitario -concluye el científico-. Porque el tracoma no importa. El tracoma es una alarma roja de la miseria absoluta."
CIENCIA APLICADA
Goldschmidt brega por la aplicación inmediata del conocimiento. En el hospital nacional de oftalmología de Francia, acaba de desarrollar un sistema de diagnóstico de infecciones por hongos y otro para identificar bacterias que funcionan en dos horas y media. "Disminuyen la mortalidad y cuestan un euro y medio o dos", afirma.

Un olvido imperdonable

El tracoma forma parte del grupo de las enfermedades "olvidadas". Aunque diversas entre sí, tienen en común el mismo ensañamiento: afectan a entre mil y mil quinientos millones de las personas más pobres del planeta. Se las llama "olvidadas" porque hasta ahora muy infrecuentemente habían recibido atención del público, de los medios..., ni siquiera de los sistemas sanitarios. La propia Organización Mundial de la Salud sólo en agosto del año último presentó por primera vez un informe dedicado a males como la esquistosomiasis (que produce daños pulmonares y cardíacos, entre otros), la filariasis linfática (que conduce a la elefantiasis), la oncocercosis o ceguera de los ríos, y la anquilostomiasis o anemia tropical, entre otros. Según este documento, se calcula que una de cada seis personas en el mundo padece estas condiciones crónicas (generalmente parasitosis), que, aunque raramente producen la muerte, lesionan gravemente la calidad de vida de sus víctimas. Sin embargo, menos del 1% de las aproximadamente 1400 drogas registradas entre 1975 y 1999 les están destinadas.
"Los chicos que padecen estas enfermedades no pueden concentrarse en la escuela ni desplegar todas sus capacidades cognitivas. Y la productividad laboral de los adultos crece cuando se las trata", afirma el doctor Neeraj Mistry, director de la Red Global para las enfermedades Tropicales Olvidadas del Instituto Sabin, que está en Buenos Aires junto con referentes de otros diez institutos de prestigio global para asistir a la puesta en marcha del nuevo Instituto Nacional de Medicina Tropical, cuya ley de creación se dará a conocer esta tarde en la Academia de Medicina.
Ubicado en Puerto Iguazú, adonde trasladará su domicilio el doctor Daniel Salomón, que hasta ahora era coordinador del Programa Nacional de Leishmaniasis (otra enfermedad "olvidada") y que ahora asumirá la dirección del nuevo instituto, el centro tendrá la misión de catalizar la investigación, el tratamiento y la formación de recursos humanos.
Según el viceministro de Salud, Gabriel Yedlin, la provincia de Misiones cederá un terreno de cinco hectáreas en Puerto Iguazú y otro de 12, un poco más alejado, donde se levantarán las instalaciones que tendrán el valor agregado de estar rodeadas de selva virgen, un plus invalorable para realizar ensayos y estudios de campo.
Lo más penoso de todo esto es que muchas de estas enfermedades desatendidas tienen remedio. Y son fármacos que cuestan centavos. "Hay una razón para gritar fuerte: tenemos las herramientas, las drogas", afirma Misry. "Algunas existen desde hace décadas", agrega Sonia Tarragona, de la Fundación Mundo Sano, que apoya este proyecto del que, por otra parte, ninguno de nosotros debería desentenderse...
lanacion.com

No hay comentarios: