sábado, 26 de febrero de 2011

Geishas: las mejores anfitrionas del mundo


Para conocer a una verdadera geisha se precisa ir a Japón, ¿pero dónde? Sin duda no al Kabukicho, el barrio rojo de Tokio, y tampoco al Dotonbori de Osaka con sus tradiciones centenarias de sexo por dinero. Las jóvenes que se encuentran allí con la caras blanqueadas, envueltas en kimono brillantes mientras que prometen a los hombres los mejores encuentros eróticos, son solo falsos reclamos.

Las auténticas geishas no esperan en la calle. Ellas, afirma la
guía online Japan-guide.com, “son artistas profesionales que asisten a los convidados durante comidas, banquetes y otros eventos”, damas de gran cultura y muy refinadas que viven una vida de artista, asociando la belleza a la simplicidad y a la modestia en conformidad con los ideales estéticos del budismo zen.

“Una geisha camina con pasos delicados, manteniendo su cuerpo redondeado y suave”, cuenta la escritora
Lesley Downer. “Igual que una bailarina, se asegura de que cada gesto sea femenino y delicado". Nunca da un paso demasiado largo, no lleva pendientes o relojes o anillos, y siempre mira tranquila hacia adelante. No ofrece relaciones sexuales ni habla sobre ellos. No es su trabajo.

Últimos vestigios

El barrio Gion, en el lado oriental del río Kamogawa que fluye a través de Kyoto, es tal vez el último santuario de esta profesión. Allí, en abril, se celebra la fiesta del miyako-odori o "danza de los cerezos en flor", uno de los grandes atractivos de la ciudad en que participan grupos de maiko, aprendices bailarinas que estudian para convertirse en geiko, nombre con que llaman a las geishas en el dialecto local. El resto del año, entre las edificaciones tradicionales de la que fue la antigua capital imperial, no es raro que te encuentres a estas jóvenes de camino a clases de música o danza.

“En el pasado”, escribe Juliet Winters Carpenter en el libro Seeing Kyoto, “las aprendices maiko eran adolescentes muy jóvenes, a menudo vendidas para familias pobres que no podían darse el lujo de darles de comer. Todas las que empiezan ahora lo hacen por elección… y viven de su buena reputación”, orgullosas de perpetuar una tradición antigua de siglos cuyos primeros portadores fueron hombres.

Según la web
Facts about Japan, “en 1928 había ochenta miles geishas en Japón”. Hoy en día quedan pocas y en su mayoría, ancianas. Sobreviven en Kyoto cinco escuelas reconocidas donde las chicas suelen entrar a la edad de 15 años y no antes de haber sido introducidas por personas de confianza y de haber pasado una entrevista de selección.

Formación desde la adolescencia

Después de una formación introductoria y un examen, las jóvenes con talento se convierten en maiko y empiezan aprender el arte de la hospitalidad. Dedican sus vidas a convertirse en conversadoras incansables, ingeniosas y discretas, capaces de crear en torno a un visitante un ambiente elegante y acogedor. Y logran la excelencia en una variedad de formas tradicionales de arte japonés como el chado o ceremonia del té, la pintura sumi-e y el ikebana, el arte de arreglo floral.

Pero, sobre todo, aprenden a bailar y acompañar el canto con instrumentos tradicionales como el shamisen a tres cuerdas. “Siguen un rigidísimo programa de clases y ensayos, tan intenso como el de una primera bailarina, una concertista de piano o una cantante de ópera en Occidente”, cuenta Mineko Iwasaki en Vida de una Geisha.

Después de cinco años de educación, sólo las que tienen más talento pueden reclamar el título de geiko. Maiko y geiko viven juntas en edificios llamados "okiya" y se exhiben en las ochaya, casas de té especializadas para clientes ricos.

A parte de las pequeñas diferencias descritas para M.Teresa Trilla en 101viajes, todas visten con kimonos multicolores de seda que cobren hasta las tobillas, con mangas largas y fajas de espesor en la parte posterior. Llevan a los pies zuecos llamados "okobo" y peinados de estilo antiguo. El maquillaje consiste en una pasta blanca y espesa que cubre el cuello y la cara, en la que se encuentra una boca de color rojo fuerte.

Si vas de turismo a Japón, podrás comprobar todo esto permaneciendo en uno de los muchos ryokan, hoteles pequeños de estilo tradicional repartidos por todo el archipiélago. Japan-guide.com los describe como “una oportunidad de experimentar el estilo de vida y la hospitalidad tradicional japonesa”.

De hecho el ryokan, simple pero elegante, es el espejo de la antigua clase media imperial y cuesta entre 100 y 250 euros la noche, incluyendo un elaborado kaiseki, cena al estilo aristocrático consistente en una docena de platos servidos según un complejo ceremonial.

Ahora están floreciendo en Kyoto pequeños ryokan de gestión familiar, donde el viajero puede vestirse con ropas tradicionales, charlar con el dueño y tal vez pedir algo de especial. Una noche de placer con una geisha puede costar miles de euros, pero “su oficio - dice la guía - es para que el visitante se sienta a gusto a través la conversación, juegos de beber y danzas”.
lainformacion.com

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