miércoles, 23 de febrero de 2011

Discriminación en el fútbol argentino: la violencia que nadie quiere ver

Por Guido Molteni
canchallena.com
"Son la mitad más uno, son de Bolivia y Paraguay, yo a veces me pregunto, che negro sucio, si te bañás. Boca que asco te tengo...", se escucha desde la tribuna de Racing. Los hinchas saltan, agitan sus manos y sonríen. Es el folclore del fútbol, dicen algunos. Desde el sector xeneize, responden: "Son todos putos los de la Guardia Imperial, son todos putos los de la Guardia Imperial...". Es el folclore, repiten. 
Escenas como las que se vivieron en el clásico del sábado pasado, suceden todos los fines de semana. Los cantos discriminatorios, racistas y xenófobos son una constante en el fútbol argentino, sin embargo, pocas son las personas que hacen foco en este problema. Ocupados por prevenir los incidentes entre las hinchadas, este otro tipo de violencia, discursiva y simbólica, se naturaliza y queda impune. 
En su despacho, el presidente del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Claudio Morgado, recibe a canchallena.com y explica: "En los estadios de fútbol es en donde más se evidencia cierta trama xenófoba y antisemita. Lo masivo del espectáculo y el anonimato hacen que afloren estas construcciones que aunque están muy arraigadas, estamos a tiempo de modificarlas". 
Con el rostro serio y la voz pausada, el ex diputado oficialista evita criticar a Julio Grondona y comenta que en los últimos años viene notando un cambio positivo con respecto a este tema. Igualmente, sobre el final de la charla admite: "La AFA tiene mecanismos para solucionar el problema. Nosotros no pedimos que se modifique el reglamento, simplemente queremos que lo cumplan". 
El reglamento y los árbitros  
El artículo 88 del reglamento de Transgresiones y Penas de la AFA establece que "se impondrán sanciones al club cuyo público, antes, durante o después del partido, exhiba pancartas o símbolos discriminatorios (...), o entonen a coro estribillos o canciones con igual contenido". Además, aunque esto casi nunca ocurra, el reglamento le da la facultad al árbitro de parar el partido en caso de escuchar este tipo de expresiones. 
Las explicaciones de porqué esto no sucede son variadas. El árbitro Héctor Baldassi tiene una y la desarrolla: "Muchas veces uno no escucha lo que cantan los hinchas. Entre los murmullos y que uno está concentrado en el partido, se hace difícil, pero estoy de acuerdo en que si se escucha, se tiene que parar". 
En su consultorio, el ex psicólogo deportivo de los seleccionados juveniles Marcelo Roffé se anima a desarrollar una explicación más audaz. "El árbitro muchas veces está solo. Su rol es muy ingrato porque son el blanco móvil del negocio, el fútbol es un negocio. Está la televisión, están las presiones y los referís tienen un límite de hasta donde llegar porque después pueden llegar a perder el trabajo y terminar siendo ellos los discriminados". 
La óptica desde los futbolistas  
Autor del libro Fútbol y Violencia. Miradas y propuestas , Roffé también habla de los jugadores. "Ellos no se comprometen como podrían en la resolución del problema, pero no porque no les importa, sino porque aprendieron que el fútbol es un sistema hipócrita en el que el que habla es perjudicado. En estos casos, ser sincero más que una virtud termina siendo un defecto". 
Tal vez sea por eso que Sergio Marchi, Secretario General de Futbolistas Argentinos Agremiados, le reste importancia al tema de la discriminación en el fútbol. "En la Argentina no estamos tan mal, tenemos un pensamiento muy evolucionado. Es más, hasta te diría que los futbolistas extranjeros que vienen al país reciben mucho cariño desde las hinchadas. Si no me crees andá y preguntale a ellos", desafía a canchallena.com el encargado de defender los derechos de los jugadores. 
Es el paraguayo Santiago Salcedo quien pone en jaque los dichos de Marchi. "La gente que grita ese tipo de cosas es estúpida e insensata. A mí me duele. Lamentablemente estoy acostumbrado pero intento mantener a mi familia al margen del fútbol. Gracias a Dios tengo la suerte de que mi hijo sea chico y no entienda lo que cantan porque sino no sabría cómo explicarle este tipo de cosas", dice el delantero de Argentinos Juniors. 
A la hora de buscar una solución, el ex futbolista de River y Newell´s opina: "La única manera de terminar con esto es con sanciones a los clubes o que le prohíban la entrada a las hinchadas que cantan esas cosas. También entiendo que esto último sería injusto porque no son todos los que cantan esas cosas. Igual, siempre lo mejor es la educación, que nos eduquemos entre todos". 
El boliviano Ronald Raldes asegura que a la gente de su país le genera malestar ese tipo de cosas, pero que él ya aprendió a vivir así. "Si bien no me gusta que se canten esas cosas, intento restarle importancia. A mi familia le molesta mucho, pero aunque sabemos que está mal, ya estamos acostumbrados", cuenta el defensor de Colón, resignado. 
Un problema que excede al fútbol  
Sentado en un bar de Chacarita, el sociólogo Daniel Salerno le aporta su visión a canchallena.com . "En una sociedad racista, si al otro se lo ve como a un inferior se le aplican los atributos negativos. En el caso del fútbol se ejerce un racismo ligado a las clases populares, al color de piel, al tipo de inmigración. Lo terrible de pertenecer a una sociedad racista es que uno, muchas veces estando en contra, igual termina reproduciendo este tipo de estereotipos". 
Al buscar una posible solución, el coautor del libro Hinchas y profesor de la Universidad de Buenos Aires no duda: "La punición sola no sirve. Hay que apuntar a la educación, a la prevención con campañas a largo plazo. A veces es bastante incómodo demostrar lo evidente, que el otro es una persona, pero hay que hacerlo". 
En el fútbol argentino, en el nombre del folclore se legitiman prácticas violentas y nocivas para la sociedad. Naturalizadas, muchas expresiones atacan a las comunidades paraguayas, bolivianas, de homosexuales, al judaísmo y a la mujer. Lo cierto es que, como dice Salerno, para evitar que esto siga sucediendo y aunque sea incómodo, habrá que seguir demostrando lo evidente: el otro, también es una persona. 
canchallena.com

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