domingo, 1 de agosto de 2010

Curiosidades de la vida sexual animal

Michael Brooks
New scientist
LONDRES.- El sexo en el reino animal parecía bastante simple. Macho exuberante conoce a hembra tímida; macho corteja a la hembra; macho deposita espermatozoide en la vecindad de ovario antes de alejarse y hacerlo nuevamente en otro lugar.
Pero cuando los biólogos comenzaron a examinar los procesos reproductivos más de cerca encontraron que ser los machos más grandes y descarados no siempre significa tener el derecho de aparearse. Por ejemplo, entre los peces marinos de la familia Trachinidae son los buenos padres, que cuidan a los alevinos, quienes se ganan al sexo femenino. Por su parte, los insectos hembra de la subfamilia de los brúquidos (como los gorgojos) prefieren tomar la eyaculación de sus parejas en vez de utilizarla para fertilizar sus huevos.
Resulta, entonces, que la reproducción es un asunto complejo. Esta complejidad está enfatizada por una nuevos estudios que analizan la asombrosa diversidad de prácticas sexuales dentro del reino animal. Las relaciones entre los sexos son sorprendentemente intrincadas.
Los biólogos han encontrado casos de nacimientos de vírgenes, cambios espontáneos de sexo y, tal vez lo más extraño de todo, machos que son padres de la descendencia de sus hermanos. La exuberancia sexual humana parece sosa comparada con algunas prácticas que realizan los animales en nombre de la reproducción.
Tomemos el caso de la mantis religiosa macho, el ejemplo máximo de las relaciones peligrosas. En un mundo ideal saltaría sobre la espalda de la hembra, la tomaría de manera rígida, copularía y saltaría lejos, a salvo para repetir el proceso con otra hembra. Sin embargo, la mayoría de las veces, no alcanzarán a hacerlo. Cuando eso sucede, el macho se deslizará dentro del radio de acción de las mandíbulas femeninas y existirán altas posibilidades de que le arranquen la cabeza.
Sexo caníbal
Claramente, que a uno lo coma su pareja no es algo deseable. William Brown, en la Universidad Estatal de Nueva York, Estados Unidos, explica que los machos están en constante lucha por el instinto de reproducción y el de supervivencia. "Nuestro trabajo sugiere que los machos analizan el nivel de riesgo que plantea una hembra y alteran su comportamiento buscando reducir las posibilidades de canibalismo sexual", afirma.
Desde el punto de vista femenino, el sexo caníbal es bueno por varias razones: las provee de una comida y, además, en algunas especies de mántidos, perder la cabeza significa la pérdida de los nervios encargados de parar la copulación. Sin embargo, existe una contra: "Cuanto más hambrientas y caníbales son las hembras, atraen menos machos", dice Brown.
En el caso de los gusanos marinos Bonellia viridis , si las larvas se asientan sobre una hembra, ésta producirá una sustancia química que transformará a la larva en un pequeño macho que entonces gateará dentro del cuerpo de la hembra hasta su útero. Allí, llevará a cabo una vida parasítica para alimentarse. Pero el beneficio es mutuo, ya que con hasta 20 machos en su saco genital la hembra puede fertilizar sus huevos sin esfuerzo alguno.
Por su parte, investigadores de la Universidad de Tucson, Estados Unidos, llegaron a la conclusión de que los áfidos (como el pulgón), que se reproducen asexualmente (una especie de clonación), mantienen relaciones sexuales sólo para adquirir infecciones. La razón es que tienen dentro de ellas bacterias útiles para digerir ciertas plantas o producir resistencia a temperaturas extremas.
Más allá de este caso, el sexo es un medio extremadamente popular de procreación en el reino animal porque es más beneficioso que crear numerosas copias exactas de uno mismo: al mezclar los genes propios con los de otro individuo, la descendencia será más saludable y apta para adaptarse a cambios ambientales o enfermedades. Sería más útil si, como los áfidos, se pudiera elegir entre la reproducción sexual y la asexual. Sin embargo, para la mayoría de los animales superiores esto no es posible.
Sí existe un tipo de clonación llamado partenogénesis, donde un huevo se fusiona con un producto suyo en lugar de hacerlo con un espermatozoide. Esta extraña reproducción asexuada se observa en ciertos reptiles o pájaros. Sin embargo, las tasas de mortalidad son muy altas y los problemas de desarrollo abundan. Se observaron casos de tiburones hembras que ante la falta de un macho crearon un clon. Tal vez esto es lo que les permitió sobrevivir durante millones de años, posicionándolos como unos de los más antiguos linajes del reino animal.

Hormigas clonadas y peces transexuales
LONDRES ( New Scientist ).- Existen animales que pueden adaptar su estado sexual dependiendo de su situación, como las abejas y algunos peces. Una nueva adhesión a la lista de los transexuales es el coral hongo. Al cambiar de hembra a macho, puede sobrevivir al estrés que le produce el aumento de la temperatura que mata a otras especies de coral. "La idea es ahorrar energía", explica Yossi Loya, de la Universidad de Tel Aviv, Israel.
La razón es simple: producir huevos cuesta más energía que producir esperma. Por lo tanto, una colonia con mayor cantidad de machos será energéticamente más frugal, lo cual incrementaría sus posibilidades de supervivencia. Más adelante, cuando mejora la situación, algunos individuos cambiarán de sexo eligiendo el necesario para su reproducción dependiendo de sus vecinos.
Espermatozoides con alas
La actitud pragmática del coral hongo hacia el género sexual pone de relieve que ser macho es generalmente una opción más fácil que ser hembra. Sin embargo, la más haragana es la hormiga colorada, aunque paga su precio. Mientras la reina y sus hijas trabajan incansablemente para mantener funcionando la colonia, los machos son sólo espermatozoides con alas: no hacen nada, según dice Denis Fournier, de la Universidad Libre de Bruselas.
Incluso sus ocasionales contribuciones de esperma se reducen a nada, ya que los huevos que fertilizan se convierten en hembras trabajadoras estériles. Mientras tanto, la reina produce nuevas reinas por clonación. De esta forma, los machos quedan fuera de la línea de la evolución.
Si tu única contribución a la reproducción es un solo y pequeño espermatozoide, siempre estás en peligro de convertirte en desechable; entonces, tiene sentido que los machos traten de sumar puntos. Una buena estrategia es ayudar en la crianza de los niños, pero para no perder tiempo y energía cuidando hijos de otros, necesitan una forma de poder reconocer a los propios.
Eso se puede volver complicado, como ilustra el extraño cuento de los Callithrix . Estos pequeños monos sudamericanos están entre los padres más atentos de la naturaleza. Nacen como mellizos que se desarrollan en dos huevos distintos, pero tienen más en común que los hermanos promedio. Desde la época temprana de gestación, comparten la placenta, donde su sangre se mezcla. Como resultado, la mayoría nace con células que pertenecen a su mellizo.
En 2007, Jeffrey French, de la Universidad de Nebraska, Estados Unidos, descubrió que más de la mitad de todos los Callithrix machos tienen esperma con células de otro Callithrix , además de las propias. Esto significa que están en la rarísima posición de ser los padres de los hijos o hijas de sus hermanos o hermanas. Además, muchos Callithrix tienen la piel con células mixtas y, por lo tanto, producen un olor que no sólo es característico de ellos, sino también de su mellizo.
Estos primates se reconocen unos a otros por este olor, y los investigadores descubrieron que los padres y los tíos tienen el doble de posibilidad de cuidar a jóvenes con piel de células mixtas y, por el contrario, las madres y las tías les dan menos atención a los que no la tienen.
Teniendo en cuenta todo esto, las relaciones humanas ya nunca más parecerán tan complicadas.

lanacion.com

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