sábado, 15 de mayo de 2010

NIÑEZ: Recuperar la magia de jugar

En una época no tan lejana, baleros, barriletes, rayuelas, muñecas de trapo y payanas supieron ser los reyes de la gran selva de los juguetes. Las calles, veredas y plazas conformaban enormes patios de diversión donde los niños ponían a prueba su creatividad y cursaban, sin saberlo, una indispensable escuela de vida. La consigna era clara y natural para todos: los chicos se dedicaban a jugar.
Hoy, todos esos juguetes están guardados bajo llave en algún baúl del sótano y la mayoría de los niños no tiene el tiempo necesario para dedicarle al ocio, a no hacer nada, y en esa pausa, hacer lo que su esencia les dicta que es jugar libremente, sin consignas, soñar...
Desde problemas ligados a una vida en contexto de pobreza como el hacinamiento, la necesidad de que los chicos salgan a trabajar a temprana edad o cuidar a sus hermanos hasta agendas atiborradas de actividades en las clases más altas, la dificultad para encontrar momentos de esparcimiento atraviesa todos los sectores sociales. Si a esto le sumamos la tiranía de la televisión y la computadora, padres cada vez menos presentes y una sociedad que se rige por la ley de la inmediatez y la eficiencia, la niñez se desvirtúa y deja de ser esa etapa inocente en la que se explotaba a fondo la capacidad de asombro y todo era descubrimiento espontáneo.
"Los niños están dejando de jugar en todos los sectores sociales y económicos con consecuencias negativas en la construcción de su subjetividad como la violencia, el estrés, la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad u otras aún más severas. Hay un adulto que por distintas razones (sobreocupación, desocupación, enfermedades sociales/psicológicas) está poco o nada presente y un niño que pasa muchas horas solo por variables muy diferentes de esta realidad globalizada", dice Beatriz Caba, presidenta de la Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar (IPA) Argentina.
El Dr. David Elkind, experto en psicología del desarrollo y autor de El poder del juego (2007), estima que en los últimos veinte años los niños de las sociedades posindustriales han perdido unas 12 horas de juego a la semana, y de ellas, 8 de juego libre. Alarmados ante esta situación, numerosas iniciativas surgen desde el sector social y el Gobierno para que los niños puedan recuperar la magia de jugar.
Es miércoles por la tarde y veinte chicos de 3 a 5 años se abalanzan sobre las cartulinas pegadas en la pared de la Juegoteca Creciendo, en Recoleta. Pintan sobre ellas con témperas, pegan papel glacé y decoran sus obras de arte con sellos de los motivos más diversos, mientras de fondo suenan canciones infantiles.
En una sala multicolor, con mesas y sillas hechas a su medida, las figuras se deleitan a lo grande, pero siendo niños: algunos leen cuentos que los llevan a volar sobre dragones, otros le ponen rostro a su creatividad con crayones y el resto se divierte haciendo títeres con flequillos amarillos.
Sus mareas de carcajadas que se mezclan con miradas cómplices son la imagen viva de que el juego es vínculo en acción, es un idioma universal que une a pesar de cualquier diferencia, es la mejor invitación que se le puede hacer al otro.
A la Juegoteca Creciendo asisten chicos de bajos recursos que viven en hoteles o casas tomadas, o en la villa 31 o la 11-14. En su mayoría son hijos de inmigrantes de Bolivia y Paraguay, sus padres y madres trabajan de vendedores ambulantes, de costureras, en negocios o como personal doméstico.
"Esta juegoteca surgió con la idea de sacar a los chicos de la calle, para que no queden al cuidado de sus hermanos mayores o pegados a la televisión. La mayoría tiene problemas de vivienda, falta de trabajo y no existe la figura paterna. Lo que se llevan de este espacio es la revalorización del jugar por el jugar mismo y no con un fin pedagógico. Además aprenden a manejarse en grupo y a compartir con otros chicos", cuenta Viviana Carlevare, referente de la juegoteca y directora del jardín de infantes que funciona por la mañana en ese mismo predio. Esta institución pertenece al Programa Juegotecas Barriales de la ciudad de Buenos Aires.
A pesar de que numerosos estudios dan cuenta de las bondades de las experiencias lúdicas en la primera infancia en el desarrollo social, emocional e intelectual de los chicos -y a lo largo de toda la vida-, la globalización ha llevado a que en la sociedad actual el jugar sea un hábito en extinción.
"El individualismo imperante que se centra en el logro personal mata el juego. Los contextos urbanos en los que vivimos con poco espacio tampoco ayudan. Incluso en el mundo de los adultos, tampoco existe lugar para el ocio", explica Gabriela Oller, coordinadora del Programa Familias, Plaza de Juegos y Centro de Recursos Lúdicos de Lekotek.
A toda esta realidad social se suma la desaparición de los espacios verdes y la inseguridad que reina en las calles, lo que obliga a la infancia a sumar horas de actividades pasivas privándola de la diversidad que proporciona el juego en la naturaleza.
Primero el hogar
Los especialistas coinciden en que el seno primario en el que debe desarrollarse la capacidad lúdica de los niños es en el propio hogar, y en segundo lugar en la escuela. Si en estos ámbitos no se estimulan los momentos de juego están privando a los niños de herramientas fundamentales para su vida adulta.
Según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, 3 de cada 10 niños de 0 a 5 años no suelen ser receptores de historias orales o lecturas de cuentos en los primeros años de vida. A su vez, el 80% de los niños de hasta 5 no realiza actividades deportivas, mientras que el 85% no hace actividades artísticas o culturales.
En el caso de los niños de 6 a 12, la gran mayoría (91%) juega en su propia casa y tiene como espacios alternativos la casa de amigos y otros familiares (34%), y el patio o jardín de su vivienda (27%); mientras que en menor medida juegan afuera de la casa en la vereda o baldío o en parques o plazas (15% y 12%, respectivamente). En este grupo etario, el 68% no realiza actividades deportivas extraescolares y el 83% no efectúa actividades artísticas o culturales. Las estadísticas demuestran que en los contextos de menores recursos este panorama se agrava, achicando cada vez más las posibilidades de juego.
En estos casos, donde las casas no son lugares propicios para el esparcimiento, los padres deciden enviar a sus hijos a juegotecas o ludotecas para que allí puedan desplegar su potencial.
Cada centímetro está ocupado por juguetes, telas, masa, bloques de construcción, papeles, cintas, témperas y todo tipo de insumos que puede servir para despertar la imaginación.
Un lugar alegre, que invita al disfrute y a la distracción. Así es la sede de Lekotek, ONG que hace 20 años y con el lema Un mundo para todos los chicos está en juego trabaja mediante programas para integrar a niños con discapacidad y en situación de riesgo social a sus familias y a la comunidad a través del juego.
"Las principales dificultades que tienen los chicos que nos visitan para jugar es que viven en pocos metros cuadrados, la inseguridad en las calles y que en el microcentro las veredas están atestadas de gente durante todo el día. En el caso de los niños con discapacidad, muchas veces el diagnóstico supone la restricción del tiempo dedicado al juego en pos de espacios terapéuticos o didácticos", comenta Oller.
En alianza con organizaciones sociales, empresas y organismos gubernamentales, abrieron 117 juegotecas en todo el país y más de 500 familias pasaron por su Programa Juegoteca Lekotek, que se dicta en su sede.
Muchos de los chicos que llegan a sus manos han pasado largas temporadas en la calle y adoptado responsabilidades de adultos. "El problema es que cuando estos chicos juegan, lo hacen en situaciones inseguras como en basureros, con botellas que se pueden romper o en la calle. Son chicos que están sobreadaptados y les cuesta volver a sus espacios de juego. Por eso es importante que existan adultos que legalicen su derecho a jugar y aseguren las condiciones de seguridad en el juego", agrega Oller.
Pensamiento creativo
¿Por qué es importante recuperar el juego en la niñez? Principalmente, porque favorece la maduración y el pensamiento creativo. Mediante el juego los niños representan sus inquietudes, ideas, sentimientos y deseos.
"El jugar es el lenguaje natural de la infancia, una actividad que le permite al niño aprender el mundo, conocerse a sí mismo y al otro, donde el riesgo y el desafío lo ponen en tensión constructiva. El fenómeno por excelencia que le permite al ser humano desarrollar su actividad creadora es el juego", enfatiza Caba.
Jugando los niños empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, a interpretar diferentes papeles, a negociar, a acatar reglas y deseos ajenos. Pero además, los especialistas resaltan la necesidad de que existan momentos de juego libre y espontáneo. "Es fundamental que un niño tenga tiempo libre de juego, con posibilidad de elegir a qué jugar y decidir cómo jugar", sostiene Caba.
Belén de Marcos, profesora de Filosofía en la carrera de Orientación Familiar de la Universidad Austral, afirma que a través del juego se pueden adquirir hábitos deseables como el sentido del orden, la prolijidad, la responsabilidad, el respeto por la propiedad ajena y por la otra persona. Y agrega que "también podemos desarrollar hábitos como la independencia, el control, el saber afrontar situaciones difíciles con tranquilidad, el coraje, la concentración, la perseverancia, la prudencia, la generosidad, la honestidad y el respetar los tiempos".
¿Quién de nosotros no cantó de niño las estrofas de la canción Arroz con leche ? Con la intención de que los niños de menores recursos también puedan cantar, bailar y soñar nació Abrir la Puerta, organización que cuenta con tres juegotecas.
Ezequiel tiene 8 años, ojos vivaces y le cuesta quedarse quieto. Está en 4° grado del colegio, vive en el barrio de Once con su mamá, su padrastro y su hermano, con el que le gusta jugar a la pelota. Dos veces por semana, detrás de la puerta de Urquiza 48, encuentra en la Juegoteca de la Tía Jacinta, la posibilidad de explotar su imaginación. "Lo que más me gusta es jugar al poliladron, la mancha saltada y ponerme el disfraz de policía", dice con una sonrisa.
Los 20 chicos del barrio que van llegando saludan con un beso y corren a abrazar a las coordinadoras. De esta forma van aprendiendo pautas de convivencia, a la vez que adquieren otras de higiene a la hora de tomar la merienda.
Mientras Lucas, uno de los chicos, explica: "Una juegoteca es un lugar donde todos juegan, comparten juguetes y conocen nuevos amigos". Las coordinadoras van organizando canastos, pelotas, palos, baúles de madera y sogas para las actividades del día.
"Son chicos que están escolarizados aunque algunos hayan empezado tarde o sean repitentes. Muchos son inmigrantes y también tenemos chicos originarios de provincias del norte argentino. En su mayoría viven en hoteles familiares, donde ocho personas llegan a compartir una misma habitación. Por eso llegan a este lugar buscando un espacio donde jugar", cuenta María Emilia Silva Nieto, una de las coordinadoras.
Con un dado que en cada cara tiene escrito el nombre de un juego empieza la diversión. Eligen a un chico para que lo haga rodar por el aire y sale el juego de la mancha. Todos empiezan a correr para no ser tocados. Después siguen la danza, el reloj y así van cambiando de juegos durante una hora.
Vínculos o nada
" Seño , ¿quiere jugar al quemado con nosotros?", pregunta Anahí, de 8 años. Ella, junto a 200 chicos tienen su tiempo de juego cada tarde, en la ludoteca Madre Teresa de Potencialidades, que funciona en el barrio de Las Tunas, en General Pacheco. En el conurbano bonaerense, donde se concentran grandes bolsones de pobreza, las ONG también luchan por defender el derecho al juego en los niños.
"Acá, por dos horas, los chicos no tienen que ser adultos. Sólo juegan a la mamá, al fútbol, dibujan lo que quieren", explica Andrea Mettler de Insúa, directora de Potencialidades, ONG que crea espacios de juego en barrios marginales de la provincia de Buenos Aires. "Este es su espacio. Los chicos aprenden a jugar en vez de estar en la calle y eso les cambia la vida. Y en cada juego e intercambio educamos en valores, para que se respeten y se cuiden. Cuando el chico sólo registra violencia replica la violencia, pero cuando viene acá y tiene a Lidia que lo abraza y lo llena de besos tiene un modelo de amor", agrega Mettler.
Claudio, de 13 años, se acerca a esta ludoteca y también asiste al taller de tapitas, que tiene como objetivo educarlos en valores y capacitarlos en su futura inserción laboral. "Este lugar me acompañó en las buenas y en las malas. Ahora sé que puedo cambiar y tener un mundo mejor", dice este joven.
Las actividades que se desarrollan varían según las edades de los chicos e incluyen diversos módulos: juegos, lectura de cuentos y expresión plástica. Se realizan actividades de reciclado para construir juguetes y objetos de utilidad con el material descartable, generando además conciencia ambiental.
"Empecé a armar las ludotecas porque los chicos tienen hambre de jugar", comparte Mettler, mientras recorre esta ludoteca, que hace 7 años dio sus primeros pasos en esta materia y hoy permite que 800 chicos puedan elegir otra historia.
Es la hora de la leche y todos forman una ronda para rezar. Ramón, uno de los coordinadores, pregunta a los chicos si quieren agradecer o pedir por alguien. Un varón sonriente levanta la mano y grita: "¡Por la ludoteca!"
Por Micaela Urdinez
De la Fundación LA NACION

Juegotecas barriales
El hecho de que el actual gobierno porteño haya decidido no sólo continuar sino también hacer crecer el Proyecto Juegotecas Barriales lleva a pensar que es probable que esta iniciativa haya llegado para instalarse como política pública, más allá de las autoridades de turno.
"Cuando nosotros asumimos existían 8 juegotecas, esto quiere decir espacios barriales de recreación gratuitos para chicos de 3 a 13 años, donde se desarrollan actividades expresivas, creativas y lúdicas. En la actualidad hay 17 juegotecas, 9 propias y 8 a través de gestión asociada con organizaciones de base y ONG. Nuestra intención es dejar en 2011, cuando nos vayamos, dos juegotecas por comuna, llegando a 28 espacios lúdicos que cubran toda la ciudad", dice entusiasmada María Eugenia Vidal, ministra de Desarrollo Social de la ciudad de Buenos Aires.
Cerca de mil chicos participan en estas juegotecas en las que encuentran gran variedad de juguetes y juegos, talleres de teatro, plástica, murga, paseos y excursiones, fiestas, encuentros intergeneracionales e interculturales con la comunidad, taller de radio, historieta, huerta y muchas actividades más.
"La mayoría está en la zona sur y centro de la ciudad, que es donde se concentra la mayor cantidad de pobreza. Algunas las abrimos en comedores comunitarios en villas para que después de comer los chicos se puedan quedar a pasar la tarde jugando", sostiene Vidal.
En algunas juegotecas existe una nueva modalidad de participación para niños y niñas de entre 2 y 4 años. Y en la de Barracas se está desarrollando una experiencia para madres y padres adolescentes y sus hijos. Además, por medio del Programa Aprender en Casa brindan a las madres que asisten a los hogares de la ciudad una cartilla con pautas de actividades para realizar junto a sus hijos en sus casas ligadas a la estimulación y el juego. Así, ellas pueden ser las primeras maestras de sus hijos.
"Está comprobado que fortaleciendo los vínculos familiares y fomentando momentos de juego entre ellos se evita el fracaso escolar y se favorece el sano desarrollo de los niños", dice Vidal.

Contactos
Abrir la Puerta: www.abrirlapuerta.org.ar
.Potencialidades: www.potencialidadesweb.com.ar
.Lekotek: www.lekotek.org.ar
.Fundación Bunge y Born: www.fundacionbyb.org
.Fundación Navarro Viola:
http://www.fnv.org.ar/


¿Cuál es el rol de los padres?
No hay tiempo para nada. Entre las exigencias y el estrés del trabajo, los quehaceres domésticos, las demandas de los hijos y la vida social, los padres se encuentran corriendo una carrera agotadora e interminable.
En este trajín, los adultos no sólo no se permiten tener ellos tiempos de ocio y contemplación, sino que se olvidan de lo fantástico que es compartir un espacio de juego junto a sus hijos.
Los niños tienen una capacidad asombrosa para absorber las conductas y los hábitos de sus padres. En los peores casos, hasta se mimetizan. Por eso, los especialistas señalan la importancia de que los padres analicen su manera de relacionarse con el juego y también con la tecnología.
"Tenemos que empezar por nosotros mismos. Los chicos no aprenden de lo que decimos, sino de lo que hacemos y de quienes somos. Como padres, tenemos que detenernos y observarnos. Es fundamental estar presentes y disponibles, porque todas estas nuevas tecnologías no cuidan a los chicos y es responsabilidad de los padres poder ayudarlos a regular sus horarios y a hacer un uso creativo y responsable del tiempo", afirma Marina Lisenberg, psicóloga especialista en manejo de estrés y colaboradora profesional de la Fundación Proyecto Padres.
Los especialistas coinciden en que la computadora y la televisión pueden ser recursos negativos cuando son la única opción, y además son consumidas por los niños sin acompañamiento de un adulto responsable, que ayude a seleccionar los programas y a desarrollar un espíritu crítico frente a los contenidos.
Según los datos de una encuesta realizada en 2006 por la consultora Prince & Cooke en la Argentina, el promedio de horas/día frente a las computadoras es de 2,5 horas. Para el 28 % de los padres no es una preocupación familiar el ingreso a Internet por parte de sus hijos y un 16,7% determina que no ha establecido ninguna política familiar específica.
"Los chicos están frente a una pantalla -esto incluye televisión, computadora y videojuegos- un promedio de tres horas por día. Para que un chico pueda insertarse sanamente en el mundo lo recomendable es que pase hasta 2 horas por día frente a una pantalla, mientras que si son más de 4 puede haber tendencia a conductas adictivas", señala Lisenberg.
Desde Lekotek, uno de los aspectos fundamentales en los que se concentran es en acompañar a sus padres para que ellos también se revinculen con el juego y que tomen conciencia de la incidencia que tienen en la calidad de juego de sus hijos. "En la mayoría de nuestros proyectos comunitarios nos encontramos con madres de bajos recursos que cuando se encuentran en una situación de juego se revitalizan porque recuperan la importancia que tenía el juego durante su infancia. Y descubren que lo perdieron por el salto prematuro a las responsabilidades del mundo adulto, donde no quedó más espacio para el juego ni adultos que lo estimularan", sostiene Sergio Fajn, coordinador general de Programas de Lekotek.
¿Qué hacer?
La consigna es no tenerle miedo a tener tiempo libre, a atravesar el aburrimiento y tener esa tierra fértil para volver a crear e imaginar.
"Existe una cultura instaurada de que tiempo libre es no hacer nada. Pero habría que analizar la posibilidad de pensar en los tiempos que no tenemos ocupados con actividades fijas, como tiempos de provecho para el desarrollo personal. Por ejemplo, si el niño viene cansado del colegio, puede ver un rato de televisión o conectarse a chatear con la computadora. Pero luego podría desarrollar algún hobby o juego. Está en los padres ofrecerles posibilidades de un esparcimiento fructífero", manifiesta Belén de Marcos, profesora de Filosofía en la carrera de Orientación Familiar de la Universidad Austral.
En el caso de que los chicos queden al cuidado de una persona durante el día, es muy importante hablar con ellos para explicitarles cuáles son los valores que se quiere practicar en la casa y cuáles los horarios y las actividades que se quiere manejar.
¿Qué es lo más importante? Tocar a los chicos, abrazarlos y demostrarles físicamente el amor. Estar presentes. Menos información y más calidad de presencia ", ése es el lema", concluye Lisenberg.

Consejos para los padres
Aprendan a elegir el juego adecuado para la edad de sus hijos
.Eviten que sus chicos tengan demasiados juguetes
.Tengan cuidado con sobreexigir las agendas de sus hijos
.Organicen espacios de juegos de chicos de edades similares y dejen que ellos empiecen a jugar libremente a lo que quieran
.Tengan un lugar para guardar y ordenar los juegos
.Es aconsejable acompañar a los niños cuando tienen un juego nuevo
.Intenten que sus hijos aprovechen el aire libre

¿Abrir o cerrar las puertas?
La pregunta está planteada a los adultos y hace referencia al juego. ¿Cuánto abrimos o cerramos la puerta del juego? Al hacerlo, ¿cuánta conciencia tenemos sobre los alcances de nuestra conducta sobre el desarrollo de los niños que están a nuestro cargo?
Jugar es cosa seria y fundamentalmente para los niños. Morder, tocar, mover, apilar, arrastrar son conductas que ponen en marcha los sentidos y la acción. El juego se constituye en el soporte para el desarrollo de la seguridad, la curiosidad, la confianza en sí mismo y en los otros. Descubre el mundo en el que debe insertarse: los roles, las responsabilidades, el lenguaje. Es a través del juego que comienza su proceso de socialización, siendo el principal protagonista.
Jugar es salud. Cuando una persona juega, toda ella está en juego: sus pensamientos, emociones, habilidades. Es en el juego donde también elabora sus frustraciones y encuentra caminos para sus pequeños o grandes problemas.
Jugar es aprender. Mientras se juega ocurren infinidad de estímulos que requieren estrategias de pensamiento, aceptación de reglas, reflexión y elaboración de alternativas.
Jugar no es inocente. En la acción de jugar nos vamos construyendo como sujetos. Por lo tanto no sólo es importante preguntarse si el niño juega, deberíamos agregar ¿con quién o con quiénes juega? ¿A qué juega? ¿Cuánto tiempo?
Jugar es crear. Por eso no es necesario el despliegue de juguetes o elementos sofisticados. Propuestas simples, material de desecho, las propias ideas, son fuentes inagotables para encontrar nuevas formas de jugar.
Jugar es mucho más que entretenerse. Aquellos adultos que han redescubierto las posibilidades del juego en sus tareas laborales y otras actividades tienen otra mirada sobre el papel del juego en la vida de los niños. Jugar no es perder el tiempo, es ganar vida. ¿Cuánto conocimiento, conciencia y convicción existe en nosotros, adultos, cuando abrimos o cerramos la puerta para jugar y crear?
La autora es especialista en juego y creatividad, www.inesmoreno.com.ar

El juego aplaca la violencia
Por Marisa Snaidman-psicopedagoga
La importancia otorgada a la actividad lúdica libre es uno de los más fieles indicadores del interés que una sociedad da a su vida social y cultural ylos problemas sociales se desarrollan de acuerdo a la historia de vida de cada persona dentro de una determinada familia y un determinado contexto social y cultural.
La experiencia cultural se inicia con el juego que se va creando entre el niño y su ambiente desde su nacimiento, en contacto con un otro que le va dando sentido a las acciones que el niño pequeño realiza espontáneamente.
Frente a las comunidades más vulnerables, con gran violencia social, es muy valioso rescatar los juegos reglados por el valor cultural que conllevan, y porque estimulan la buena convivencia. Todo juego implica reglas, pero en el caso de los llamados "juegos de mesa" las reglas son preexistentes y explícitas. Esto conduce a un diálogo con los compañeros para establecer acuerdos y comprometerse a cumplirlos, propiciando la discusión verbal y el incremento de la capacidad simbólica, favoreciendo así la disminución de la violencia.
Hablamos de juego como una actividad libre y gratuita,que no genera un producto de valor material sino un cambio interno en la persona que juega.
Dada la sensación de placer y satisfacción que provoca el juego, los lugares donde "está abierta la puerta para ir a jugar" provocan sentimientos positivos hacia dichos espacios y entre las personas que allí participan, para lo cual es muy importante la flexibilidad del coordinador del grupo y que se propicie un clima de libertad y espontaneidad.
Aquí radica la importancia de brindar capacitaciones en juego y creatividad, pues no se puede "dar lo que no se posee", y es necesario pasar por la experiencia lúdica para poder luego multiplicarla en los diversos ámbitos.

Propuestas para jugar en familia
Por Gabriela Oller
-Los padres suelen sentir que no tienen tiempo para jugar. Por eso es importante aprovechar cada momento, por pequeño que sea, para jugar con los niños en vez de pensar que no se dispone de un tiempo extenso para hacerlo. Podemos jugar mientras se va caminando con los chicos a la escuela, mientras se espera la atención en algún consultorio, etcétera. En estas ocasiones se pueden hacer juegos con palabras, jugar al veo-veo, cantar canciones, jugar a decir trabalenguas sin que se nos trabe la lengua, inventar historias, jugar a dígalo con mímica, entre otras propuestas divertidas.
-Siempre es bueno tener a mano lápiz y papel, con estos sencillos elementos se puede improvisar un montón de juegos y actividades. No sólo se puede dibujar, pintar o escribir, sino también jugar al adivina qué estoy dibujando, con letras y palabras, por ejemplo.
-También es muy divertido pintar con témperas o marcadores, y aquí los grandes tenemos que acompañar a los niños en el placer de experimentar con formas y colores sin temor a que se ensucien y manchen la casa. Si nos preocupa esto, antes de empezar a pintar conviene cubrir la mesa o el suelo con papel y ponerse ropa que se pueda lavar con facilidad.
-Recuperar el juego al aire libre: para eso no hace falta tener un patio en nuestra casa, sino elegir la plaza u otros espacios verdes para jugar con los chicos. Siempre es divertido remontar juntos barriletes, jugar con pelotas, andar en bici; jugar a la rayuela y compartir paseos o caminatas en los que vamos nombrando árboles, descubriendo pájaros o insectos y charlando sobre la naturaleza.
-Puede ocurrir también que más allá de las ganas de jugar los padres sientan que no se les ocurre a qué, porque no conocen cómo se juega actualmente. Por eso es una buena propuesta jugar en familia a aquellos juegos a los que jugábamos cuando éramos niños, y enseñárselos si es que no los conocen. Los juegos tradicionales nos permiten compartir momentos de mucha diversión y acercar a jugadores de distintas generaciones. Entonces por qué no invitar a los niños, a los tíos, y abuelos a jugar a la payana o tinenti, a las bolitas, al balero, a juegos de ronda.
-Es fundamental que los adultos estén muy atentos a los objetos con los que los chicos juegan y al ambiente en que el juego se desarrolla. El juego es salud, bienestar, pero sólo si la situación es segura: si los juguetes presentan condiciones que garanticen la seguridad, y si el adulto comparte o supervisa el juego del niño. Entonces sí, a divertirse en familia y como bien dice el juego: Preparados...,¡listos..., ya!
La autora es coordinadora del Programa Familias, Plaza de Juegos y Centro de Recursos Lúdicos de Lekotek
lanacion.com

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