jueves, 6 de mayo de 2010

Las secuelas mentales de la guerra sobre la población civil

LAURA TARDÓN
MADRID.- Años después de que la guerra de los Balcanes terminara, la mitad de la población (44,8%) sufre enfermedades mentales como depresión, agorafobia y trastornos obsesivo-compulsivos. Así lo confirma uno de los pocos estudios que valoran el impacto de un conflicto bélico en la salud mental de quienes lo viven.
"Entre un 15,6% y un 41,8% padece trastornos de ansiedad como pánico, agorafobia, fobia social y trastorno obsesivo-compulsivo", señala Stefan Priebe, uno de los autores de la investigación, publicada en 'Archives of General Psychiatry'. Los trastornos del humor o afectivos también les afectan significativamente. Según los resultados, entre un 12,1% y un 47,6% sufre alguno de ellos, por ejemplo: depresión, distimia (ánimo melancólico), hipomanía (alteraciones del ánimo) o manía.
Con el objetivo de concluir la prevalencia de estos desórdenes mentales en la población civil adulta, un equipo de especialistas procedentes de universidades de varios países se centró en las experiencias de un total de 3.313 participantes que vivieron la guerra de los Balcanes (1991-1995) y continúan residiendo en el área de conflicto: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Kosovo, República de Macedonia y Serbia.
Después de realizar las entrevistas personales con cada uno de los participantes, durante 2005 y 2006, los autores observaron que existía una serie de factores relacionados con un mayor riesgo de sufrir enfermedades mentales. Así, por ejemplo, la tasa de los trastornos de ansiedad era más alta en personas mayores, de sexo femenino, desempleadas y con experiencias traumáticas durante y después del conflicto bélico.
Por su parte, los trastornos del humor tenían más prevalencia en aquellos individuos que, además de las anteriores, cumplían con dos condiciones más: tenían un nivel educativo bajo y habían vivido experiencias traumáticas antes de la guerra.
Además de confirmar la prevalencia de trastornos de ansiedad y del humor, los autores de este estudio también analizaron en qué medida las personas que vivieron una guerra tenían problemas con el consumo de alcohol y drogas. "Estos problemas fueron menos frecuentes, entre el 0,6% y el 9% [...] Las probabilidades aumentaban en los hombres y las personas sin pareja".
Tener en cuenta las necesidades específicas
"Aún hoy, las guerras afectan a millones de civiles cada día. Es importante que los programas de ayuda tengan en cuenta cuáles son las necesidades de salud mental de la población afectada", explican los responsables del trabajo.
Además, añaden, "se deberían considerar aspectos específicos de cada país". Por ejemplo, en Serbia y la República de Macedonia eran más frecuentes los bombardeos. En el resto de los cinco países estudiados los participantes relataban otras experiencias de guerra: perdieron a algún miembro de la familia, presenciaron asesinatos y vivieron en campos de concentración o prisiones.
Conociendo los factores de riesgo, proponen los especialistas, "sería posible seleccionar y trabajar con aquellos grupos más susceptibles (mujeres, mayores, bajo nivel educativo, con experiencias traumáticas y sin empleo) de sufrir secuelas mentales después de una guerra".
elmundo.es

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