martes, 4 de mayo de 2010

Es soltero y logró adoptar un niño

José E. Bordón
Para LA NACION
SANTA FE.- Mientras el Congreso debate si otorga a parejas del mismo sexo la posibilidad de adoptar, un hombre soltero logró que la justicia santafecina le concediera en adopción a un menor de seis años, quien convive con el grupo familiar del adoptante desde que tenía un año.
El Tribunal Colegiado de Familia de la 4a. Nominación, de los Tribunales de Rosario, le otorgó la adopción plena de Alan -un niño de 6 años- a un hombre que es soltero, pero que comparte su vivienda con una hermana y una sobrina, y trabaja en un minimarket. En la vivienda de esa familia, el niño adoptado vive desde que era muy chico y tiene la posibilidad de ver a su madre biológica, según aclaró la Justicia.
La decisión, inusual, aunque no sin precedente en el país, fue adoptada por la jueza Lidia Bustamante, ante el requerimiento del padre adoptante, que detalló en el pedido que el menor estaba a su cuidado desde que era un bebe. Al respecto, "la ley dice que puede otorgarse un niño al adoptante o a un matrimonio. La ley no discrimina hombre o mujer", explicó Florencia Rimotti, abogada del hombre que ahora obtuvo la custodia total del pequeño.
El adoptante relató a la prensa la historia que lo une con el menor, ahora a su cargo, desde hace cinco años. "La primera vez que lo vi, me pareció un bebe no tan lindo, pero al alzarlo en brazos sentí algo especial", destacó, y no dudó en señalar: "Una vez, se durmió en mi pecho y supe que iba a ser mi hijo".
Para que no quedaran dudas de su desinteresado cariño por el menor, explicó: "Estaba en un cochecito como abandonado, lloraba. Lo alcé y se durmió en mi hombro y sentí algo especial. Entonces, dije: «Me lo llevo: éste va a ser mi hijo». Y la madre me respondió: «Bueno, llevátelo»".
Rescate
El protagonista de esta singular historia, Roberto, tiene 36 años. Según recordó, por medio de familiares suyos conoció a Graciela, madre de Alan, nacido en 2004. Ambos vivían en la calle y la mujer enfrentaba serias dificultades para criar a su hijo, incluso para sobrevivir en un ámbito tan hostil. "No tenían dónde estar. Un tiempo estuvieron en mi casa", contó Roberto.
Otro capítulo de esta historia con final feliz fue relatado por el hombre. "Tenía la tenencia provisional, pero cuando Alan estaba por cumplir su primer año de vida, la perdí. En realidad, me lo sacaron y, como me quedé con dudas, fui a Tribunales y ahí me dijeron que se podía llegar a un acuerdo con esta chica [por la madre]. Me lo dejaron ver por lo menos cada 15 días", explicó.
Pero ahora, sin siquiera estar casado, se le reconocieron sus derechos sobre el menor, que cursa el primer grado de la escuela primaria.
En 2004, Graciela dio a luz a su cuarto hijo (que luego sería bautizado como Alan), mientras su hija mayor vivía con su abuela y la segunda había sido dada en adopción. Pronto comenzó a presentar grandes dificultades para hacerse cargo del recién nacido.
Una de las cuestiones que evaluó la Justicia para otorgar la custodia de sus hijos a otras personas, más allá del informe médico, fue que la mujer planificaba "volver a vivir en la calle, no estando incluidos sus hijos en la propuesta, ni vivir ni cuidar de ellos, apelando para esto a otros que puedan hacerlo por ella", según sostiene el fallo judicial.
También se estableció que es necesario definir la situación de los más pequeños, ya que se encuentran en una situación de desamparo material y moral. En ese sentido, el Tribunal buscó a los familiares de la madre biológica, que argumentaron que no podían hacerse cargo de los niños.
Antecedente
En marzo pasado, otra historia de una adopción otorgada no sólo a un hombre, sino a un travesti, también convocó la atención de la opinión pública.
En ese caso, el juez de menores de Río Cuarto José Varela Geuna entregó la guarda definitiva de dos niños a un travesti.
El magistrado tomó la controvertida determinación en favor de María Belén Ochoa, al dejar firme la guarda provisional de una niña de 4 años y de su hermano, de 7, que estaban a su cuidado desde hacía cuatro años porque sufrían maltrato familiar.
Además de criarlos, Ochoa los mandaba a la escuela, en la localidad de Holmberg, vecina a la ciudad de Río Cuarto.
"Siempre tenemos prejuicios porque es usual que a un travesti se lo asocie con la prostitución o con un submundo nocivo. Todos nos sorprendimos gratamente con la inserción social que tenía esta persona", justificó entonces el juez tras su polémica decisión.

lanacion.com

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