lunes, 10 de mayo de 2010

Abusos sexuales: estalla una cruda pelea en la cúpula vaticana

La crisis del pontificado de Benedicto XVI llegó ayer a su nivel más agudo cuando la prensa publicó algo nunca visto. El arzobispo de Viena, cardenal Cristoph Schoenborn, de 65 años, acusó al Decano del Sacro Colegio y ex "primer ministro" de Juan Pablo II, el cardenal Angelo Sodano, de haber protegido a un tercer cardenal, el predecesor de Schoenborn, Hans Groer, un pederasta que abusó de seminaristas en los '90.
Las peleas entre los cardenales por estos temas son muy graves. Pero más aún cuando involucran directamente a dos pontífices. A Juan Pablo II, cuya causa de beatificación está en curso pero también en veremos por las acusaciones de que dio cobertura a varios sacerdotes pedófilos. Y al mismo Joseph Ratzinger, empeñado en una tarea de limpieza de la Iglesia de los sacerdotes pervertidos. También a Benedicto XVI lo acusan de haber participado de la cultura común de tapar las denuncias para evitar escándalos "por el bien de la Iglesia".
El abate primado de la orden de los benedictinos, padre Notker Wolf, alemán como el actual Papa, dijo a un diario italiano que para terminar con esta crisis cada vez más grave "la Iglesia tiene que aprender a decir la verdad".
"El Papa lo quiere hacer -aclaró-, pero tiene miedo. Si dice: 'La Iglesia es culpable', los norteamericanos responderán: 'Entonces paguen'". Clarín abordó este dilema hace una semana. Si Benedicto XVI admite sus responsabilidades personales y las de la Iglesia en las coberturas de los curas pervertidos, lloverá una avalancha de procesos en EE.UU. y otros países por miles de millones de dólares. La penitencia sincera podría costar una bancarrota generalizada.
El cardenal Christopher Schoenborn también acusó al cardenal Sodano de haber reducido a "habladurías" las denuncias contra los pedófilos cuando saludó al Papa el domingo de Pascua. "Fue un insulto a las víctimas de los abusos", dijo el arzobispo de Viena.
El purpurado austríaco, hijo de aristócratas bohemios, enfrenta una situación difícil en su Iglesia. Los católicos austríacos abandonan a millares la fe católica. Lo mismo ocurre en Alemania. El abate Wolf reconoció que la Iglesia germana "ha perdido autoridad moral".
Schoenborn auspicia una Iglesia abierta. Defiende un cambio radical con los divorciados vueltos a casar, para que les den acceso a los sacramentos. Y también hace unos días marcó sus diferencias con las posiciones del Papa, de quien es muy amigo y fue discípulo, afirmando que "es hora de aceptar el valor positivo de una relación homosexual estable y duradera mientras deben ser combatidos los comportamientos sexuales promiscuos". Una revolución para la mentalidad ultraconservadora que domina hoy al Vaticano.
Para muchos, el cardenal Schoenborn indica el camino de la Iglesia que debe venir, de un futuro incierto que es imprescindible afrontar. Sostiene que es necesaria una profunda reforma de la Curia Romana y de otras instituciones. Como es considerado por sus posiciones como un "papable" en el futuro cónclave, se afirma que Schoenborn habló con el Papa de abrir el colegio de cardenales que preside Sodano "al futuro de la Iglesia", que está en el Tercer Mundo. Pero las cifras muestran que la realidad del mundo y la realidad de la Iglesia no coinciden. Europa con 283 millones de católicos tiene un primado de 99 cardenales. América con 576 millones cuenta con sólo 48 purpurados. En los próximos meses se verá si el Papa, cuando convoque a un Consistorio para nombrar nuevos cardenales, quiere cambiar estos desequilibrios, lo que favorecería por sus posiciones reformistas al "papable" cardenal de Viena, Christoph Schoenborn.

clarin.com

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